sábado, 4 de agosto de 2012

Música y estilo de Manuel de Falla


Tentado por las corrientes europeas (impresionismo debussysta, refinamiento raveliano, neoclasicismo stravinskyano y expresionismo schonberiano), supo asimilarlas todas con un espíritu abierto, sin caer por ello en el atonalismo. Pero fue aún más allá; supo aprovechar los modos españoles antiguos, especialmente la típica escala andaluza y los giros scarlatianos para combinarlos con la austeridad y descarnamiento contemporáneos.

Falla aprendió de su maestro, Felipe Pedrell, y de sus contemporáneos y amigos, Debussy, Albéniz, Ravel o Stravinski. Pero sus influencias no se quedaron en el París antirromántico de principios de siglo, sino también el romanticismo germano o la música medieval. Los cancioneros españoles del siglo XV, la polifonía de Tomas Luis de Victoria, Cristóbal de Morales o Palestrina, los cánticos de la liturgia bizantina, las sonatas para clave de Scarlatti o el piano de Chopin, la música de Beethoven, Wagner, Mahler, Grieg, Mussorgski; todo ello es también parte de un universo musical tan amplio como la cultura y la curiosidad que delatan su correspondencia y apuntes en libros y partituras que fue estudiando a lo largo de su vida. 

Estas influencias o inspiraciones, podemos encontrarlas en diferentes obras. Una cita de la Quinta Sinfonía, de Beethoven -la celebérrima llamada del comienzo-, es parodiada por Falla en El sombrero de tres picos para anunciar la imprevista llegada antes de tiempo del molinero a casa. Una característica célula de cuatro notas del Tristán, de Wagner -del canto final de Isolda-, aparece citada literalmente por las trompas en la primera versión de El amor Brujo y en Noches en los jardines de España. Chopin aparece no ya solo citado, sino utilizado por Falla como única y exclusiva materia prima de su pieza coral Balada de Mallorca y de su ópera cómica inacabada Fuego fatuo

Tomas Luis de Victoria y otros autores españoles del siglo de oro son también la materia prima de su música para El gran teatro del mundo, de Calderón, y el Amén de Dresde se convierte en oración al final de Atlántida

Un tema de La Celestina, la ópera de Pedrell, será la base de su Homenaje orquestal al maestro; como un fragmento de Soirée dans Grenade lo es de su Homenaje a Debussy. El madrigal renacentista De los álamos vengo es el punto de partida del primer movimiento de su Concerto para clave, un Tantum ergo visigótico lo es del segundo, y las sonatas barrocas de Scarlatti lo son del tercero. Todo un microcosmos en poco más de 15 minutos. 

La música popular, el folclore, fue la mayor fuente de inspiración y enseñanza. Sus patrones armónicos y rítmicos o sus giros melódicos son recreados, reinventados.

Falla consigue hacer realidad el sueño de Pedrell de una música española enrarecida en lo popular y folklórico, pero que sabe aspirar su savia, convirtiéndola en sangre propia para dar a la misma, una dimensión universal, por encima de todo localismo y pintoresquismo. Su maestría y dominio del ritmo hispánico es asombrosa en todas sus múltiples combinaciones.

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